jueves, 1 de abril de 2010

12. LA LECTURA

Hace unos días encontré en la librería el nuevo libro sobre lectura que acaba de publicar Juan Domingo Argüelles, y que ha titulado La Letra muerta. Este agradable descubrimiento me lleva a reflexionar que el tema de la lectura es en verdad apasionante por donde lo veamos. Su historia es, junto con la de la escritura, una parte importante del devenir del simbolismo gráfico que se dio en distintas culturas.
Su estudio y desarrollo contemporáneos apuntan a un concepto más amplio de lectura, que la extiende hacia la lectura de imágenes sonoras, de imágenes fijas y en movimiento, de gestos y movimientos de las personas, de objetos, del mundo, etc. También se estudia la lectura no lineal, las relaciones de la lectura con el cuerpo, las formas de lectura, y el acto de leer y las lecturas entre grupos sociales particulares.
El proceso de la lectura (o “el leer”) tiene el propósito de dar un beneficio a quien lo ejerce, pues el individuo pasa de identificar significados potenciales en algo a un uso para sus propios fines de los mensajes identificados en ese algo. De esta manea, el leer abarca las siguientes etapas:
1. La identificación de algo que potencialmente puede tener un significado.
2. La puesta de atención en ese algo.
3. El reconocimiento de algunos de los componentes del algo a través de su comparación con los elementos de un alfabeto.
4. La identificación de un mensaje en ese algo.
5. Los recorridos que pueden hacerse al/desde el mensaje.
6. La comprensión del mensaje luego de cada recorrido.
7. El uso de cada comprensión para fines específicos.
Notaremos que en el proceso hay tres subprocesos, pues se inicia con un algo y a partir de una etapa se enfoca en un mensaje identificado en ese algo, para luego seguir con el mensaje.
En el subproceso de algo (etapas 1-3) aparecen algunas entidades: Algo y sus componentes, el significado y el alfabeto. Éstas se vehiculan a través de varias acciones: Identificación, puesta de atención, reconocimiento y comparación.
La etapa 4 es un subproceso de identificación del mensaje en algo, que culmina el subproceso de algo y sienta las bases para el subproceso del mensaje.
El subproceso del mensaje (etapas 5-7) sólo contiene una entidad y las acciones que se realizan en torno a ésta son el recorrido, la comprensión y el uso.
Podemos notar que al inicio de los subprocesos de algo y de la etapa 4 hay una acción de identificación: En un caso se identifica algo con un significado potencial, y en el otro el mensaje que hay en ese algo. Los subprocesos de algo y del mensaje siguen caminos distintos, que en buena medida tienen que ver con factores físicos, educativos y culturales del lector, que es quien efectivamente realiza los tres subprocesos. Podemos llamar “traductor” a quien realiza los subprocesos de algo y de la etapa 4, hasta el punto de identificación del mensaje, pero que no sigue más allá. A quien sólo realiza el subproceso del mensaje podemos llamarle “exegeta”. Es común que se asuma que el lector sólo realiza el subproceso del exegeta. Podemos dar muchos nombres a quienes realizan sólo el subproceso de la etapa 4. Asimismo, hay muchos otros nombres que podemos asociar a quienes realizan algunas de las etapas indicadas.
Es de notar que el proceso de la lectura es cíclico, ya que puede reiniciarse en varias etapas con diversas combinaciones.
Una persona se hace lector a través de una inquietud que le ayuda a superar las barreras propias de la lectura y de su entorno, o bien las impuestas al leer, que son muchas ya que la lectura puede politizarse muy fácilmente, verse sujeta a prejuicios o prohibiciones, ser tergiversada con facilidad, o no tener una infraestructura mínima para ser viable.
De esta manera, el problema de leer no consiste en el bajo número de lectores que hay, o el paupérrimo número de libros que leen esos lectores, sino en comprender cómo es posible que leamos y cómo se inserta el proceso de la lectura en el orden social. O sea, es el problema de la relación individuo-sociedad, en tanto que la lectura, aunque se realice de forma colectiva, siempre será un acto íntimo que dejará una impronta en el lector. Pero no tiene que ser un acto solipsista ni egoísta, sino que el leer puede formar identidades, establecer relaciones, ser compartido de manera didáctica, o servir como basamento para promover cambios.
Cuando notamos que a los niños o a los jóvenes no les interesa leer, en vez de buscar las causas en la televisión o la Internet (vistas como barreras), podríamos tratar de comprender cómo ejecutan el subproceso de algo o el subproceso de la etapa 4, en vez de meramente centrarnos en partes del subproceso del mensaje. Además, deberíamos considerar las barreras indicadas y otras, así como los valores y las imposiciones asociados a la lectura, pues hay infinitas maneras de poner obstáculos a la disponibilidad, la visibilidad, el acceso y el uso de la lectura y sus objetos.
Con posterioridad seguiremos revisando este tema que plantea un asunto apremiante para la salvaguarda y el desarrollo de nuestra gente. Mientras, son bienvenidos los comentarios.

1 comentario:

  1. Permítame felicitarlo. Encontré su blog a través del grupo de Richard de Bury, quien me envía los enlaces del mismo.
    Sus escritos son impecables, de buen entender y con importantes e interesantes notas que tomo como documentos.

    Mis respetos.

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