domingo, 14 de abril de 2019

69. BIBLIOTECAS PÚBLICAS EN MÉXICO

México tiene más de dos centurias edificando su identidad nacional, y parte de ese tiempo varios sujetos, así como algunas organizaciones, e incluso los gobiernos estatales y el federal, han creado bibliotecas públicas destinadas a educar ciudadanos, difundir la  cultura nacional y universal en libros, formar lectores, cambiar a las personas para que sean mejores, servir de complemento a la escuela y así, siempre con el ánimo de conferirles misiones de amplio y profundo calado.
El último gran esfuerzo lo inició el gobierno federal en 1982 con el Programa Nacional de Bibliotecas Públicas, que estableció mecanismos de concertación con los gobiernos estatales, así como con los sectores social y privado, para conformar la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, que ahora tiene registradas más de 7,400 instalaciones en un número superior al 90 por ciento de los municipios del país.
Simitrio Quezada, de la Jornada Zacatecas, escribió recientemente que "el boom de las bibliotecas públicas en el país, hace cuatro décadas, quedó en la historia y, fuera de la intención que acompañó a la monumental biblioteca Vasconcelos, nadie le aportó algo significativo. Dejamos que nuestras bibliotecas públicas envejecieran. Peor aun: que se deterioraran. Confinamos a nuestras bibliotecarias a sus mecánicos llenados de estadísticas, olvidamos capacitarlas, les restringimos apoyos y aumentos salariales. Lo peor: muchas veces divorciamos a las bibliotecas de los centros de mediación de lectura, cuando ellas estaban llamadas a ser eso".
Quezada agregó que "la Dirección General de Bibliotecas, dirigida ahora por el profesor Marx Arriaga Navarro, debe exigir su derecho a ser involucrada en la Estrategia Nacional de Lectura para hacer de las bibliotecas públicas los grandes centros de lectura. No debe quedar desvinculada de la gran tarea".
Respecto a la Estrategia Nacional de Lectura, fue presentada el 27 de enero de este año, indicando que su objetivo general es fortalecer los valores culturales, morales y espirituales del país. Sus objetivos específicos son, entre otros, los siguientes:
  • Reforzar en la infancia y  en la adolescencia el hábito de la lectura como una práctica placentera, que abre posibilidades de conocimiento.
  • Reforzar y mejorar la comprensión de los textos, desde la  interpretación de las ideas simples, hasta la discusión y crítica de  las ideas complejas.
  • Lograr que los libros  se encuentren a la mano, a costos asequibles, y que las bibliotecas no se asocien con el aburrimiento.
Es interesante notar que esta acción de gobierno tiene un sentido moral de la lectura desde su concepción, invistiéndola de cualidades de buena nueva, pues "solo siendo buenos se puede ser feliz y se puede salir adelante".
En este sentido, la Estrategia se vincula con la Cartilla moral de Alfonso Reyes, adaptada por José Luis Martínez (1992), que prescribe seis formas de respeto como principio de la bondad: 
  1. Respeto a nuestra persona en cuerpo y alma.
  2. Respeto a la familia.
  3. Respeto a la sociedad humana en general y a la sociedad particular en que nos toca vivir.
  4. Respeto a la Patria.
  5. Respeto a la especie humana.
  6. Respeto a la naturaleza que nos rodea.
Además, para su ejecución en la Estrategia se han definido tres ejes:
  • De carácter formativo, en el cual se inculcará el hábito de la lectura desde la infancia y la adolescencia, para lo cual se involucrarán diversas áreas de la Secretaría de Educación Pública y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.
  • De carácter sociocultural y se enfocará en que haya títulos atractivos para el público, que se encuentren a su alcance y que cuenten con precios accesibles.
  • De carácter informativo, el cual incluirá campañas en medios para posicionar a la lectura como un hábito que permite sentir y pensar más allá de lo inmediato, las cuales estarán a cargo de Comunicación Social del Gobierno de México.
Arriaga Navarro informó el pasado 11 de abril que ha establecido convenio con siete universidades publicas estatales para que se sumen con su institución a la Estrategia Nacional de Lectura, que explica con el siguiente gráfico:
Es notoria en este gráfico la poca participación de las Coordinaciones Estatales de Bibliotecas Públicas, así como la nula presencia de los lectores, lo cuál puede generar dudas sobre el rumbo de las acciones que se proponen, pues más parece para lucimiento académico, que para resolver los problemas indicados por Quezada, o para mantener la continuidad, tal como lo indicó la Secretaria de Cultura en la inauguración de la cuarta edición del Festival Letras de Tepic, el pasado primero de febrero.
Agregamos, para una mejor análisis que las bibliotecas públicas de México existen con una ideología que se indica en el siguiente gráfico:
Así, los usuarios son buenos y buscan ser mejores, o no lo son tanto y se les debe domesticar a través de procesos formativos. Acuden a la lectura por propia voluntad a requerir los servicios generales y complementarios. Su lectura sólo puede ser escolarizada (para hacer tareas) o consumista (por "placer"). Hay que darles todo de manera simple (mínimo esfuerzo) y no importa confundir la disponibilidad con el acceso; es más, deben gozar el auto-servicio cuanto más se pueda. La biblioteca les dará bienes portadores de cultura (recursos de información), que generalmente serán de alta cultura, pero dependiendo de los ánimos del gobierno en turno también se podrá incluir en las colecciones algo de cultura popular. Se tendrá la ilusión de que la propiedad intelectual no aplica en las bibliotecas publicas y de que existe la libertad de acceso. Además, en lo posible, se hará creer al usuario que él decide su propia inclusión y que allí se apropia del "conocimiento".
Vemos que la situación de las bibliotecas públicas es incierta, pues además de lo antes expuesto no es claro de dónde saldrá su financiamiento, sobre todo para detener el cierre de muchas de ellas. Asimismo, se deben apalancar buenas relaciones con el mercado de la información y con los productores de la información. Todo esto, además de la convocatoria adecuada de la población para que nuevamente considere las bibliotecas públicas.
Esto apunta a una realidad compleja, y por lo mismo deberemos seguir revisándola.