sábado, 27 de julio de 2013

59. EL PROBLEMA DE RUBIN

Desde mis años de escuela, mucho he escuchado sobre las políticas bibliotecarias y de la información, aunque cada vez me convenzo más de que la palabra "política" es un estribillo que los bibliotecarios mexicanos repetimos con singular alegría aunque no sepamos bien de qué estamos hablando. La mayoría de las veces lo usamos para referirnos a las normativas que aplican en la biblioteca y así decimos que tenemos políticas de servicios (reglamentos), políticas de catalogación (reglas y esquemas), políticas de desarrollo de colecciones (criterios) y otras mas. En consecuencia, confundimos las políticas con algunos de sus instrumentos.
Es tal el desconocimiento de las políticas que se tiende a suponer que deben corresponder a cada acción que se realiza, incluso a la costumbre. Así, en una ocasión escuché en la UNAM, con gran atención y asombro creciente, a una conferencista que nos platicaba sobre las políticas de información que seguían los escribas náhuas en el mundo prehispánico.
Al margen de este problema de la formación bibliotecaria, encontramos en la literatura que las políticas sirven para resolver cierto tipo de problemas que se presentan en las bibliotecas. De esta manera, cuando surge un problema que se identifica con alguna política existente, o se atribuye a la carencia de una política, se hacen las diligencias correspondientes y se obtiene una nueva política como solución.
Las políticas son enunciados que hacemos y que corresponden al sistema de órdenes distintos que conforman la biblioteca (vid. entrada 58). En este sentido, las políticas son los medios a través de los cuales establecemos los órdenes y los hacemos explícitos en la biblioteca. No obstante, las políticas también pueden estar implícitas, aunque como indicamos antes, y dada su intencionalidad operativa, no se les debe confundir con la costumbre y la tradición.
El profesor estadounidense Richard Rubin ha publicado en tres ediciones de sus Foundations of library and information science (1998, 2004 y 2010) un par de capítulos que tratan sobre las políticas de información: Uno sobre políticas públicas de información y otro sobre las políticas de información de las bibliotecas. En ellos, hace planteamientos que hemos graficado como sigue:
Políticas públicas de información y políticas de información de la biblioteca.
En el entorno de la biblioteca, se diseñan e implementan las políticas públicas de información, que el autor divide para su estudio en dos partes, correspondiendo una a las acciones de la creación, la adquisición, la organización, la diseminación y la evaluación de la información. En este segmento, operan distintos agentes relacionados con estas acciones, que buscan impulsar y posicionar para su propio provecho.
La otra parte es la de ciertas áreas de interés, y en ella operan las tecnologías de la información y la comunicación, las telecomunicaciones, las entidades dedicadas a asegurar la privacidad, la regulación informática, la propiedad intelectual y el gobierno electrónico. En esta otra parte, también maniobran agentes relacionados con estas áreas de interés, quienes igualmente trabajan para su propio beneficio.
Los agentes involucrados en las acciones y las áreas de interés, como resultado de los posicionamientos, las negociaciones y las condiciones y restricciones existentes generan y tienden a modificar las políticas públicas de información a través de mecanismos de apertura y cierre, para lo cual se desempeñan con la certeza del poder y la ganancia que pueden obtener de sus esfuerzos.
Rubin nos dice también que en la biblioteca se diseñan e implementan políticas propias para la selección y colección, la organización, la preservación, los servicios y para asegurar la libertad intelectual. Para ello, los bibliotecarios deben actuar hacia la conservación de los valores personales y de la comunidad, hacia la protección de los niños y asimismo para proteger la biblioteca. Las tareas correspondientes a estas acciones pueden imponer restricciones a las políticas.
En contraparte, se debe facilitar la protección del libre acceso, asegurar la educación de los niños y enarbolar los valores profesionales, para de esta manera ejercer cada vez un mayor acceso a la biblioteca y la información. Estas tareas de facilitación pueden impulsar tendencias en las políticas.
El autor también señala cómo pueden afectar las políticas públicas de información a la política bibliotecaria, tomando como ejemplo la propiedad intelectual, que cada vez se nota más ligada al lucro comercial. En contrario, las políticas bibliotecarias pueden influir en las acciones, y por esta vía indirecta llegar a impactar en las políticas públicas de información. Esto no significa que los bibliotecarios no puedan constituirse en agentes que busquen influir en el diseño de las políticas, sino que el autor indica meramente la vía que podría resultar aceptable.
En consecuencia, las políticas determinan aspectos de infraestructura, infoestructura, planes y programas a seguir, las normativas que se utilizan, así como procedimientos y las formas de trabajo, pero lo hacen a partir de ciertas condiciones y para atender determinados objetivos.
A partir de este esquema, Rubin plantea el problema del cambio actual que se está dando en las sociedades industrializadas, mismo que hemos representado en el siguiente gráfico:
Equilibrios de la información en la sociedad.
Tenemos que en los países de régimen democrático y sistema económico capitalista se ha buscado que exista un equilibrio en materia de la información, estando en un extremo la propiedad de la información con sus ideas de convertirla en un bien de consumo, y por el otro lado está el derecho de acceso a la información como un valor democrático, que busca la utilidad para mejorar la comprensión. En la conformación de este equilibrio, han entrado en juego los intereses económicos, sociales y políticos, que sirven de contrapesos ante determinadas políticas de información.
Con este planteamiento, Rubin señala que vivimos desde hace una década el paulatino abandono de los intereses que buscan el derecho a la información, así como el creciente enaltecimiento de los intereses que promueven el consumo de la información previo pago, la imposición de restricciones al acceso por motivos de seguridad, así como a los variados intentos de controlar los flujos de la información.
Este esbozo, cuando lo miramos a la luz de lo que antes manifestamos en referencia al sistema de la infopobreza (vid. entrada 48) encuentra una posible explicación en los factores del entorno socio-cultural de circulación, alienación y exclusión. Si atraemos también algunas reflexiones sobre el capitalismo cultural en el que estamos inmersos, que considera el conocimiento como un motor de la economía, pero teniéndolo enmarcado y sometido a las leyes de acumulación del capital, entonces tendremos el cuadro completo de este problema.
Preguntémonos al respecto:
  • ¿Desde cuándo las bibliotecas dejaron de ser una inversión para sus entidades propietarias y pasaron a convertirse en un gasto?
  • ¿Desde cuándo las bibliotecas se vieron obligadas por sus entidades propietarias a relacionarse con proyectos productivos o políticos?
  • ¿Desde cuándo la propiedad intelectual había impactado a las bibliotecas como ahora lo hace en las adquisiciones, la circulación de los materiales y su reproducción?
Tenemos entonces que este problema, aunque visto a la luz de la situación estadounidense propia de su autor, plantea una circunstancia de gran atractivo y gran complejidad, que va desde la concepción misma de las políticas hasta las orientaciones que estamos viviendo hoy en nuestras bibliotecas, con la salvedad de hasta dónde querramos mirar. Por esta razón, deberemos seguir considerando este problema en sucesivas entregas.

Bibliografía

Rubin, R.E. (2004). Foundations of library and information science. 2nd ed. New York: Neal-Schuman.
Vercellone, C. (2005). The hypothesis of cognitive capitalism. Conferencia presentada en el Towards a Cosmopolitan Marxism, Historical Materialism Annual Conference, 4-6 nov., Birkbeck College and SOAS, London, 4-5 nov. 2005. Vers. 2008. Localizada: 1 mayo 2013. En: http://hal.archives-ouvertes.fr/docs/00/27/36/41/PDF/The_hypothesis_of_Cognitive_Capitalismhall.pdf

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