domingo, 7 de abril de 2013

56. VENTAJA COMPETITIVA DE LA BIBLIOTECA

Cuando bibliotecamos, generamos ventaja competitiva, tal como lo indicamos antes en la entrada 54. ¿Pero cómo hacemos eso? Primero debemos aclarar lo que es la ventaja competitiva y luego entender cómo el coleccionar nos puede llevar a tener una ventaja competitiva.
En el renacimiento español, la actividad de competir consistía en una contienda entre varios que aspiraban a una misma cosa. Cada uno de los actores de esa contienda era competente, o sea, que era apto o adecuado para competir, por lo que también era de su particular incumbencia ese competir. En este sentido, a cada uno de los sujetos competentes se le llama "competidor", y era quien se debía encontrar en un estado potencial de aptitud, o sea, buscar ser el mejor preparándose para el momento en que debiera realizar el acto de competir.
Generalmente, el competir se manifestaba en ocasiones determinadas, esto es, en espacios y tiempos señalados para ello, estableciendo así un ritual que convocaba a toda la sociedad o a parte de ella. En el siglo XVI, aparece en el idioma español la "competencia", que se entiende como una disputa, contienda o rivalidad que sólo es de la incumbencia de algunos. No obstante, en el siglo XVIII se nombra con esta misma palabra la aptitud, pericia o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado.
Lo que distingue los dos sentidos de la competencia en el español es el involucramiento, pues cuando un individuo se involucra en la actividad de competir entonces ésta le incumbe, mientras que cuando ese individuo no se involucra en la actividad de competir entonces la competencia se refiere a una cualidad que lo señala. Hoy podemos encontrar estas distinciones en el diccionario de la RAE.
Con el desarrollo del capitalismo contemporáneo en el universo hispanoparlante, y debido a la distinción que ya existía en el español, ingresó como neologismo a este idioma la palabra "competitividad" (traducción del inglés "competitiveness"), para referirse al estado potencial del sujeto al que le incumbe competir. De esta manera, entendemos que la competitividad es la capacidad de competir y la rivalidad para la consecución de un fin. De esta palabra se desprende "competitivo", para referirse a lo perteneciente o relativo a la competencia, a quien es capaz de competir y a quien compite o se caracteriza por competir.
Arribamos entonces a dos maneras de hablar de estos asuntos en español, que se distinguen por la existencia de un involucramiento en potencia o actual, por un lado, o porque no existe ese involucramiento, aunque si la aptitud, la pericia y la idoneidad para poder involucrarse.
Veamos ahora lo que nos dicen dos bibliotecarios mexicanos sobre el bibliotecar:
  • "Las bibliotecas... tienen una ventaja competitiva y coadyuvan significativamente a los procesos de aprendizaje, enseñanza e investigación. La ventaja competitiva se define en la gestión estratégica como aquella por la que una organización puede adquirir un rendimiento superior en relación con las organizaciones competidoras" (Sánchez Ambriz, 2011, p. 100).
  • "La información que existe en la biblioteca se utiliza para satisfacer una necesidad específica, un interés o un deseo y... su búsqueda está sujeta a la voluntad del usuario" (Gordillo, 1981, p. 173).
En el primer caso, Sánchez Ambriz nos indica que las bibliotecas pueden tener un rendimiento superior al de otras organizaciones, a las que adjetiva como "competidoras"; o sea, establece que se puede comparar el rendimiento y mostrar que para el caso de las bibliotecas llegaría a ser superior, pero ¿qué es una organización competidora cuando hablamos de bibliotecas? ¿Cuándo se considera superior su rendimiento y superior a qué?
Agrega Sánchez Ambriz que las bibliotecas coadyuvan a los procesos de aprendizaje, enseñanza e investigación, pero ¿esto tiene que ver con el rendimiento superior o se trata de algo diferente? ¿Esto es también la ventaja competitiva de las bibliotecas?
Gordillo no denomina como "ventaja competitiva" a la utilización de la información que existe en la biblioteca para satisfacer una necesidad específica, un interés o un deseo. No obstante, señala la existencia de la voluntad del usuario, que es la que sujeta cualquier intento de búsqueda de la información. O sea, hay un estado potencial en el que se encuentra la biblioteca con la información que tiene, que conforme la voluntad del usuario puede satisfacer su necesidad, su interés o su deseo. De esta manera, la información está en potencia destinada a satisfacer la necesidad, con lo que la biblioteca es apta, o tiene pericia o es idónea para satisfacer esa necesidad.
En el primer caso hay un involucramiento de la biblioteca para competir con otras organizaciones en materia de rendimiento, al tiempo que en el segundo caso no se da el involucramiento para competir, sino que la biblioteca está apta, tiene pericia o es idónea para satisfacer con su información una necesidad, un interés o un deseo. Entonces, parece ser que podemos hablar de ventaja competitiva en dos sentidos: Uno con el enfoque del tener (un rendimiento superior) y otro con el enfoque del ser (capaz de satisfacer).
Es interesante notar que con ambos enfoques la ventaja competitiva es algo que podemos encontrar en los motivos para que existan las bibliotecas, por lo que sería posible buscarlos en la historia bibliotecaria. Así, en 1608 fray Diego de Arce (2012) describió algunas razones que identificó para tener bibliotecas, entre las que destacamos las siguientes:
  1. Dar lustre y autoridad a una academia o universidad.
  2. Eternizar el nombre de su creador; dejar memoria de si.
  3. Para provecho propio o de los doctos.
  4. Tener una posesión singular para aventajar a otros.
  5. La envidia.
  6. La búsqueda de conocimiento y belleza.
  7. La afición, el gusto o el amor a los libros.
  8. La curiosidad.
  9. La competencia entre poderosos para ostentar su riqueza.
  10. La obligación de proveer los libros necesarios.
  11. El rescate y la salvaguarda de los libros.
  12. Encerrar los libros.
  13. Por la dificultad para conseguir los libros.
  14. Para conocer los errores y confirmar las verdades.
  15. Por inclinación a las cosas grandes y dignas.
Por supuesto, Arce se refería a las bibliotecas establecidas por príncipes, religiosos, académicos y otros personajes reconocidos y poderosos de la antigüedad. Debe notarse que los numerados 3, 6-8, 14-15 corresponden a bibliotecar para tener ventaja competitiva con el enfoque del ser, y las restantes a la ventaja competitiva con el enfoque del tener. Así, por ejemplo, coleccionar por envidia para tener una ventaja competitiva apunta a que ésta debía guardar una estrecha relación con el objeto de la envidia, de modo que la ventaja competitiva tendría que ser una posesión más valiosa o superior que aquella envidiada.
En los tiempos que vivimos, en los que la ventaja competitiva sólo se enuncia con el enfoque del tener, y en el que bibliotecamos enmedio de un estado de crisis continua del capitalismo que nos circunda, con asonadas permanentes que ponen en jaque la existencia misma de las bibliotecas, la identificación y el reconocimiento de la ventaja competitiva es algo que nos podría dar más claridad al respecto de dónde estamos (las bibliotecas) y quiénes somos (los bibliotecarios). Por esta mera razón, este problema tan complejo, que además está muy relacionado con los distintos modelos de bibliotecas que existen (entrada 53), lo deberemos seguir considerando como tema de este espacio más adelante.

Bibliografía

Arce, Diego de. (2012). De las librerías: De su antigüedad y provecho, de su sitio en la estimación que de ellas deben hacer las repúblicas, y de la obligación que los príncipes, así seglares como eclesiásticos tienen de fundarlas, aumentarlas y conservarlas. Valladolid: Maxtor.
Gordillo, R. (1987). Legislación bibliotecaria. En: XVIII Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía, 2 al 6 de marzo de 1987, México, D.F. (1989). Memorias. México: AMBAC. pp. 173-201.
Sánchez Ambriz, G. (2011). El modelo EFQM: Instrumentación teórico-práctica en procesos de evaluación de bibliotecas universitarias. En: Arriola Navarrete, O.; Tecuatl Quechol, G. (Comp.). (2011). Evaluación de bibliotecas: Un compendio de experiencias. México: ENBA; Library Outsourcing Service. pp. 99-204.

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