lunes, 23 de abril de 2012

41. SOBRE LA CRÍTICA BIBLIOTECARIA

Cuando los bibliotecarios hacen mención de la crítica, debemos tener cuidado al intentar comprender de qué están hablando, pues es posible que se refieran a alguno de los siguientes conceptos:
1) Una reflexión o análisis.
2) Juicios que se emiten sobre un asunto o situación.
3) Una evaluación que se realiza sobre el estado en que se encuentran ciertas cosas.
4) Una mera opinión o apreciación.
Así, tenemos por ejemplo que cuando encontramos en una cita de los bibliotecarios australianos que "los graduados necesitan una mezcla de conocimientos y capacidades bibliotecológicas esenciales así como formación en solución de problemas y pensamiento crítico, para enfrentarse a las necesidades conocidas y emergentes", es muy probable que el sentido de la crítica corresponda a la tercera noción que indicamos antes.
Estampilla postal conmemorativa.
En otro caso, tenemos que algunos bibliotecarios se refieren a lo que llaman "bibliotecología crítica" en una pretendida mixtura de las nociones primera y tercera, que empero se resuelve en la noción cuarta, o sea, que son meras opiniones -casi declaraciones de fe en torno a nichos temáticos- sobre asuntos tan variados como son las tecnologías de la información y la comunicación, el enfoque gerencial en la administración bibliotecaria, las barreras en el acceso a la información, los paradigmas imperantes en la bibliotecología, las jerarquías bibliotecológicas, la teoría bibliotecológica, el desempeño rutinario de las técnicas en las bibliotecas, la neutralidad de la bibliotecología y la biblioteca, el pasado bibliotecario idílico que se está perdiendo por culpa del capitalismo, la censura en sus varias manifestaciones, la degradación de la educación bibliotecaria, la mercantilización y el consumismo de la información, y un largo etcétera.
En repetidos foros hemos señalado la gran falta que hace a nuestra profesión el contar con su propia crítica y sus críticos. Sin embargo, es preciso aclarar que la crítica es un ejercicio que debe hacerse con fundamento, esto es, con un conocimiento profundo de la disciplina y la profesión bibliotecarias, así como sobre sus problemas. De esta manera, cuando alguien emite una crítica a algún enunciado o sobre una situación, lo debe hacer considerando los recursos conceptuales y las experiencias del dominio bibliotecario, manifestándolo así en su planteamiento.
Otro aspecto a considerar en la crítica es la posición desde la que se emite, pues toda crítica es ideológica, o sea, se sustenta en un sistema de valores de su emisor. Además, esos valores pueden mover a defender ciertos intereses, lo cual llevaría a que en su enunciación se emitan argumentos soportados en una retórica utilizada para servir en la defensa de esa posición.
Precisamente, esa retórica del emisor es distintiva de cómo hace la crítica, por lo que puede ser determinante para su exposición y su defensa en caso de que encuentre resistencias por parte de los otros. En este sentido, la claridad con la que se expongan las ideas, así como la racionalidad del discurso, son aspectos muy importantes. Como ejemplo, tenemos que en la bibliotecología se recurre con cierta frecuencia al argumento basado en la historicidad de una situación -calificando el pasado como bondadoso-, sea por indicaciones sobre que "antes se hacia mejor", o que "antes se hacia diferente", o que "antes se tenía una moral más alta, o se consideraba más a la gente, o se tenía una misión clara, o...".
Un penúltimo aspecto que debemos considerar al respecto de la crítica es para qué se realiza, esto es, cuál es la finalidad de hacerla. Sobre este particular, veamos el siguiente caso: "Las escuelas de bibliotecología tienen que ser algo más que la antesala del mercado laboral y constituirse en un espacio de educación integral y humanista, en el que se formen profesionales críticos, capacitados en todos los aspectos de la disciplina y no sólo en aquellas competencias que exija el perfil de un determinado puesto de trabajo". Aquí, nos podemos preguntar el para qué de la crítica en la formación de un profesional crítico, que además sea educado integralmente, con enfoque humanista y con competencias laborales. ¿Para qué servirá a ese profesional ser crítico? ¿En cuál de los sentidos de la crítica que hemos señalado?
Para concluir esta reflexión sobre la crítica bibliotecaria, debemos preguntarnos quién puede realizarla. Las consideraciones anteriores nos permiten discernir que el crítico tendría que ser un bibliotecario con dominio de su disciplina y su quehacer, ideológicamente posicionado, poseedor de determinada retórica y con una finalidad definida. Desgraciadamente, en muchos casos hemos percibido que este perfil no es común entre los bibliotecarios, lo cual nos lleva a preocuparnos por las posibilidades de que tengamos algún día una verdadera crítica bibliotecaria, y no sólo charlatanería adornada de grandilocuencia.
Es un hecho que cuando las razones se les acaban a los llamados "bibliotecarios críticos" es cuando empiezan a chabacanear apoyándose en circunloquios y en remembranzas sueltas de la época dorada de las bibliotecas soviéticas, o recurriendo a notas sobre la censura de las bibliotecas en la Alemania nazi o durante el régimen pinochetista, o bien afloran las citas o menciones de Marx, Lenin, las luchas proletarias, las trasnacionales monopolistas, etc., etc.
Con esta breve reflexión, notamos que los problemas de la crítica bibliotecaria conforman un complejo de discursos y prácticas discursivas, además de que tienen una gran injerencia en el poder que sustentan esos discursos y esas prácticas. Al tratarse de un problema tan complejo, precisa que debamos tratarlo en otra ocasión.

Bibliografía

Civallero, E. (2012). Contra la virtud de asentir está el vicio de pensar: Reflexiones desde una bibliotecología crítica. Localizado: 23 abr. 2012. En: http://eprints.rclis.org/handle/10760/16611#.T5T5TdVDRhY.

1 comentario:

  1. Es importante aclarar que es tan preocupante el estado de la poca crítica que vemos como la falta de ella, aún más cuando notamos el estado de dependencia intelectual que muestran nuestros bibliotecarios con respecto a lo que se dice o hace en la bibliotecología extranjera.

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