Desde que decidí ser bibliotecario, me he preguntado todos los días sobre lo que hacemos los que como yo nos dedicamos a esta profesión. Con el tiempo, he notado que una parte de nuestros problemas tiene que ver con no disponer de recursos verbales o gráficos simples para decir a los otros sobre nuestros quehaceres, o para nuestra propia reflexión. O sea, los médicos medican, los archivistas archivan, los abogados abogan... ¿y los bibliotecarios? Estoy convencido de que nosotros bibliotecamos.
Pudiera parecer ocioso creer que una palabra nueva tiene el poder de cambiar el estado de cosas actual, pero es así de cierto, como que si designáramos "bibliotecar" para definir la acción de coleccionar recursos de información en distintos soportes y formatos para tener una ventaja competitiva ya estaríamos fijando algo nuevo en la realidad e insertándonos en ella como parte de lo que así se designa.
De esta manera, cuando alguien me pregunte a qué me dedico, le diré que lo que yo hago es bibliotecar, y que para hacerlo me he formado como bibliotecario profesional. Parece simple, ¿no?
Sin embargo, tras esta aparente claridad se esconde un mundo de asuntos, o sea, toda nuestra profesión que debe acomodarse.
También debemos notar que bibliotecar no es exclusivo de los bibliotecarios profesionales, pues cualquiera puede hacerlo, así como puede haber personas que se automedican, espontáneos que abogan por otros, etc. Esto no disminuye en lo más mínimo el que existan profesionales de la medicina y la abogacía, así como que éstos impulsen unos mínimos de calidad en sus productos y servicios. En consecuencia, puede haber particulares que bibliotequen en sus domicilios, profesores que bibliotequen en sus universidades para tener recursos de información que utilicen en nuevos seminarios, o burócratas que bibliotequen en el gobierno para poder decidir sobre nuevos impuestos. No obstante, bibliotecar igual existe para los profesionales bibliotecarios, así como medicar con la medicina, abogar con la abogacía y así con otras muchas profesiones.
Es importante observar que coleccionar es un proceso complejo, que puede abarcar la reunión y organización de varios objetos, al igual que su difusión y compartición. Como resultado del coleccionar se conforman colecciones, a las que se pueden agregar o asociar productos diversos como disposiciones espaciales para colocarlas y/o exhibirlas, espacios para resguardarlas y organizarlas, instrumentos diversos para facilitar su manejo y utilización, etc. Asimismo, en torno a las colecciones se pueden establecer servicios diversos que permitan facilitar su utilización.
Cuando enfatizamos que bibliotecar genera una ventaja competitiva nos referimos a ésta como la característica única de la colección que hacemos y que se percibe en sus productos y servicios como un valor, o algo digno de atención, o como calidad o superioridad. De esta manera, la colección se convierte en un importante eslabón para la realización de alguna decisión o acción. Dicho en otras palabras, bibliotecar es intencional y bibliotecamos para algo: Para dominar una técnica, para obtener un grado académico, para conocer sobre el pasado, para investigar, para comerciar, para que los alumnos tengan los libros que requieren para sus estudios, para que la población se informe y eduque, etc.
Bibliotecar puede realizarse en ambientes físicos o digitales, reales o virtuales, imprimiendo cada vez el carácter, las formas de trabajo y las imposturas propias a sus artífices. Puede realizarse en ambientes particulares e institucionales, siguiendo normativas establecidas o formando esquemas nuevos de normalización, e incluso puede poner el acento en determinados rasgos de los potenciales beneficiaros de sus productos y servicios como una búsqueda de adecuación de éstos a aquéllos.
Entre las preguntas que debemos hacernos están las siguientes: ¿Qué coleccionar? ¿Cómo coleccionar? ¿Cuándo coleccionar? ¿Por qué coleccionar? ¿Para qué coleccionar? ¿Cómo decidir cuáles productos realizar? ¿Cuáles servicios son mejores para el tipo de productos? ¿Qué los hace mejores? No obstante, no se agotan las interrogaciones, pues ¿bibliotecar abarca también el archivar? ¿Cuál es la relación entre bibliotecar y documentar? ¿Y con almacenar? Estas últimas cuestiones parecen apuntar a una taxonomía de las colecciones.
Usar el lenguaje para abrir nuevos horizontes a nuestro quehacer puede ser resultado de buscar novedades, pero también sirve para tratar de captar soluciones. Bibliotecar es una palabra nueva que puede servir para imprimir un sentido a nuestro quehacer, pero su utilización requiere la revisión de todo lo que somos y hacemos, lo cual imprime a su existencia el carácter de un problema complejo, en tanto que instaura una nueva realidad, una nueva forma de vernos y observar el mundo en el que estamos, y por ello la continuaremos abordando en otra ocasión.
Hola soy un bibliotecario colombiano y doctor en biblioteconomía y documentación, que al igual que tú, me pregunto de un tiempo para acá qué es lo que los bibliotecarios hacemos que nos diferencie y nos defina con respecto a las demás profesiones. Esa exclusividad en un quehacer es la que garantiza el éxito y la perdurabilidad de una profesión. ¿Por qué los médicos no desaparecen? porque operan, porque medican, porque conocen de farmacología, de fisiología, de anatomía, etc... (es decir, medican) y tienen un título que es el único que la ley acepta para ejercer la medicina. ¿Por qué el abogado no desaparece?, porque conoce de leyes, de contratos, de cláusulas, y tiene un título que le da la potestad para ejercer el derecho ante un juez (por ejemplo) es decir, abogan.
ResponderEliminarNo obstante, los bibliotecarios puede que nos dediquemos a biblotecar, pero como bien lo dices, eso también lo pueden hacer los no profesionales, la diferencia es que nuestra definición como profesión es tan débil que efectivamente un médico lo puede hacer, un abogado lo puede hacer, y cualquier ciudadano lo puede hacer, y la sociedad no censura al médico que lo hace, o al abogado que lo hace o al ciudadano que lo hace.
Visto así, somos una profesión que cualquiera puede ejercer y muy bien, ejemplos hay muchos, químicos que catalogan libros de química (conozco un caso de un químico que se jefe de procesos técnicos en una importante biblioteca), contadores que catalogan libros de matemáticas, médicos que catalogan libros de medicina o de biología, etc. Y en muchos casos lo hacen mucho mejor que un bibliotecario profesional. Y sin ir más lejos, muchos abandonan sus profesiones y se quedan en las bibliotecas “biblotecando” y la sociedad los recibe y los acepta en su rol.
No obstante, si yo como biblotecario quisiera ser médico no podría porque yo no sé de cirugías, de farmacología, de terapia, que no es lo mismo que automedicarme o hacer remedios caseros para la gripe o la diarrea, y aún asi si supiera de anatomía y de fisiología igual no creo que nadie se dejara operar de un apendicitis por un bibliotecario. Si yo quisiera ser abogado por más que me conociera las leyes, jamás una persona que tuviera que demandar a su empleador me daría el caso a mí.
Entonces vuelvo a preguntarme, ¿realmente el bibliotecario es aquel que sólo biblotequea?
Eso que demuestra, que bibliotecario puede serlo cualquiera (lamentablemente en este momento es así) y la sociedad reconoce como bibliotecario a todo aquel que trabaje en una biblioteca, de ahí que la pregunta que nos hagan siempre es: ¿para eso se necesita estudiar en una universidad?
Me gusta la palabra biblotecar, sin embargo creo que como la explicas tú, enfocada solo a coleccionar, no define realmente lo que somos y debemos hacer, no en este momento de la historia donde el término "Cultura", ha entrado en las bibliotecas. Pienso que como la defines es más parecida a lo que era una biblioteca renacentista o moderna.
Fíjate que tan fuerte ha entrado este nuevo concepto en las bibliotecas, que se habla de que con la llegada de internet y los libros electrónicos, las bibliotecas deben replantear sus objetivos a lo cultural y la alfabetización informacional, o de lo contrario pueden desaparecer. Dicho en otras palabras, ya no se trata solo de coleccionar y ofrecer servicios basados en esas colecciones.
Entonces, ¿biblotecamos? o realmente ¿qué hacemos? Creo que es el momento histórico en que nuestra profesión debe sentarse a pensar su presente y su futuro, definir el qué hace y para que lo hace... solo cuando tengamos claro esto, podremos ser visibles como profesionales de la información, mientras tanto seguiremos siendo fácilmente colonizados por cualquier profesión o persona con muy buenas ideas, algo que de hecho no está mal, porque la información requiere de un manejo interdisciplinario. Solo se puede mercadear un producto que se conoce, mientras no se tenga claridad en su uso, nadie querrá comprarlo, y esto es lo que siento que es la base de la crisis de la bibliotecología.
Saludos
Estimado Wilmer:
EliminarMe parece interesante su planteamiento, pues refuerza mi idea -quizá renacentista o moderna, pero por vocación no es posmoderna- sobre que los bibliotecarios bibliotecamos. Me explico siguiendo sus planteamientos.
1. ¿Cuál es la definición y que distingue nuestra profesión? Que bibliotecamos. Esto es así porque a lo largo de la historia el coleccionismo ha servido para resolver problemas y para mejorar siempre, aunque para ello ese coleccionismo se debe subordinar a la búsqueda de una ventaja competitiva.
2. Sobre la exclusividad de nuestra profesión. En este punto no coincido con usted. Estoy convencido de que nuestra profesión es la más abierta a comunicarse con todo tipo de personas, la que debe ser el espacio para la interdisciplina, así como para conformar la multidisciplina. Bienvenidos los que entran a las bibliotecas y pueden aportar algo a la tarea de bibliotecar. Estoy convencido de que la exclusividad solo produce entelequias como las que vemos en sociedades tan desiguales que pululan a nuestro alrededor.
3. Sobre los ejemplos que pone sobre que un bibliotecario que lee textos de medicina no puede hacer cirugías, farmacología o terapia, creo que disiento en este punto, pues cada una de éstas son técnicas, que como cualquier técnica -por ejemplo, la catalográfica- requiere el conocimiento del objeto al que se aplica. En el caso de la cirugía, la farmacología y la terapia es el ser humano, que por mucho tiempo fue intocable por motivos religiosos, hasta que la ciencia eliminó la creencia en su inmunidad por participar de la divinidad. Pensemos en el objeto de la catalogación, o sea, el documento (en particular, el libro), así como el sentido que ha adquirido con la secularización desangelada que vivimos.
4. El que ahora los estudiantes estudiemos en las universidades es un accidente histórico al que a veces le queremos dar un sentido casi divino. Creo que hay que ser más críticos sobre lo que hacen las universidades con las bibliotecas, o sobre las ideas tan peregrinas que de repente tienen sobre el futuro de los distintos repositorios. Creo que hay que dejar un poco las universidades y mirar más de cerca la realidad bibliotecaria que nos rodea.
5. Sobre la biblioteca y la Internet. Creo que el entorno digital es uno en el que debemos incursionar, pero sin perder el piso de la existencia dde las bibliotecas físicas. No debemos perder las bibliotecas físicas, por varias razones, dos de ellas: La inestabilidad (volatilidad) que muestra la red y la falta de seguridad en la red.
6. Sobre pensar nuestro futuro. Creo que los bibliotecarios debemos bibliotecar, esto es, tener la seguridad en lo que hacemos. No veo que los médicos ni los abogados duden, incluso cuando migran a nuevos conceptos o utilizan nuevas tecnologías. Sin embargo, a nosotros el menor cambio nos hace cimbrar. Este es el gran problema.