En la entrada 52, reconocimos el problema de pensar de otra manera las necesidades de información; esto es, no verlas como meras carencias de recursos de información para así poder cambiar la supremacía de los objetos por encima de los sujetos.
Agreguemos que en la entrada 18 citamos a Morales Campos, cuando en una
conferencia magistral aseguró que el Estado no debe regular en materia
de información -excepto sobre las políticas de información-, evitar ser
censor y dejar que funcionen las leyes del mercado. En este marco, dijo
que ese Estado debe proveer mínimos de información a la población a
través de las escuelas y las bibliotecas públicas, considerando que al
crecer las necesidades educativas, crecen las necesidades de
información.
Con anterioridad, en la entrada 8, señalamos la existencia del sistema de necesidades de información y conocimiento en que viven las comunidades, mismo que está entramado en el complejo de interacciones en que se encuentran las personas en esas comunidades.
Atraemos también las nociones de la entrada 48, donde reconocimos los problemas que plantea el modelo del sistema de la infopobreza, mismo que tiene dos factores que son determinantes en los individuos (incapacidad y conformidad) y tres factores de su entorno socio-cultural (la circulación de las comunicaciones, la alienación y la exclusión). Este sistema existe para reproducirse a si mismo, pero ¿cómo lo hace? Podemos pensar una respuesta si consideramos todas estas nociones en conjunto.
Tenemos que sin mucha complicación podemos notar que lo expresado por Morales Campos es una justificación -más que una explicación- del sistema de la infopobreza sustentado en la jerarquía Estado-población. Así, podemos inferir de sus afirmaciones que el Estado controla las necesidades de información de la población a través de la educación por medio de mecanismos de circulación de comunicaciones, por la alienación y por la exclusión. Esto viene a establecer un sistema de necesidades de información y conocimiento que se imbrica con las distintas formas de interacción que existen en las comunidades, lo cual conforma un complejo en el que para estar informado se debe tener la información, de la cual generalmente carecemos, aunque podemos encontrarla en el mercado de la información a un costo, que puede ser monetario, o por medio de trámites, o por alguna otra disposición impositiva.
No obstante, en este razonamiento falta entender bien qué es lo que está controlando el Estado, o sea, qué son las necesidades de información, pues no estamos seguros de que éstas sean los mínimos de información que aquél provee a la población. En otras palabras, si la necesidad de información es la carencia de información, entonces los mínimos de información de los que hablaba Morales Campos serían indicativos de las cantidades de recursos de información que deberían proveerse de modo dosificado para no eliminar esa carencia; esto es, esos mínimos de información deberían asegurar el funcionamiento de los sujetos, pero sin eliminar su carencia de información, para que de esta manera al crecer las necesidades educativas crezcan las necesidades de información, o sea, las carencias de información. En términos más simples, hay que darle al educando lo que debe saber, no lo que quiere saber (por curiosidad, por interés o por deseo).
Esto último apunta a que la necesidad de información, más que ser una carencia es una ignorancia. De esta forma, si desplazamos el interés en el objeto que se carece (la información) hacia el sujeto que ignora (esa misma información), podríamos explicar muchas más situaciones que las que hasta ahora hemos conocido, pues quien ignora puede que carezca, aunque también se puede ignorar teniendo.
Así, el siguiente gráfico que proponemos vendría a sustituir el de la entrada 52.
La ignorancia es el estado del sujeto que no sabe, o que no quiere o no puede saber. Este estado se mantiene para excluir, proteger o identificar a las personas a través del espacio (mediante distanciamientos) o el tiempo (por retrasos).
Pensar en la necesidad de información como ignorancia asentaría ésta como un inicio de nuestras reflexiones sobre lo que ocurre cuando un individuo o un grupo social se da cuenta de algo que debe saber. Siguiendo las ideas de Popper (2001), nuestro sujeto podría lanzar una conjetura al respecto de lo que no sabe, para luego buscar informarse, aprender o probar. Sin embargo, en muchos casos esto no ocurre, sino que los individuos que se dan cuenta de algo que deben saber lo buscan sin mucha orientación y hasta con distracción, sobre todo cuando su búsqueda es por encargo.
Es imperioso notar que todos los individuos y los grupos viven en sistemas socio-culturales que los determinan, incluso en lo que ignoran ya que la ignorancia es una construcción social a veces construida con el sentido común y los imaginarios sociales (Ornelas, 2007).
A lo largo de su vida, el sujeto aprende que para conocer debe tratar con mediaciones impuestas socialmente, a través de su familia, su círculo de amistades, la escuela, el trabajo, el gobierno, etc. De esta manera, ciertas informaciones estarán disponibles y serán accesibles para su uso mediante la lectura, el estudio y la práctica, lo cual puede posibilitar la apropiación del conocimiento por el sujeto o bien puede tratarse de una imposición de ese conocimiento al mismo. De acuerdo a como funciona el sistema social ahora, al sujeto no se le deja más opción que la de manifestar su conformidad con este mecanismo de transmisión de conocimiento para que el mismo mecanismo interprete esa conformidad como satisfacción del sujeto, esto es, para afirmar que el sujeto sabe lo que debe saber.
Además, este mecanismo se reproduce a sí mismo, pues continuamente vuelve a comenzar el ciclo del sujeto que debe darse cuenta de lo que debe saber, para otra vez realizar el tránsito del conocer. Obviamente, este es el mecanismo del sistema de la infopobreza que, como indicamos, sirve para la reproducción del propio sistema. Asimismo, al volver a mirar las aseveraciones de Morales Campos con esta reconceptualización de la necesidad de información se alcanza una mejor comprensión de su mensaje, que quiere justificar el control social desde la educación y la circulación de informaciones.
La ignorancia es un tema apasionante que desde hace dos décadas ha cobrado mucho interés en la sociología del conocimiento, en la psicología y en la pedagogía. Smithson (Social theories of ignorance, 2008) indica cuatro caracterizaciones que ha tenido entre los intelectuales occidentales, que son las siguientes:
- La ignorancia se construye socialmente, aunque esta afirmación no necesita del relativismo ni de la negación de las influencias del mundo real.
- La ignorancia no es siempre un aspecto negativo de los asuntos humanos. De hecho, es un componente esencial en las relaciones sociales, en las organizaciones y en la cultura. Las personas son motivadas para crear y mantener la ignorancia, a menudo de forma sistemática.
- La ignorancia no es invariablemente una desventaja para el ignorante.
- La ignorancia no es marginal ni aberrante en su impacto. Es una influencia dominante y fundamental en la cognición humana, en la emoción, en la acción, en las relaciones sociales y en la cultura.
El mismo autor (Smithson, The many faces..., 2008) se refiere a la ignorancia en su faceta de incertidumbre para afirmar que puede ser motivadora, manipuladora, riesgosa, sorpresiva o para la defensa. Sugiere también que la ignorancia social e individual podría administrarse.
Para Abbott (2010), la ignorancia es funcional sólo cuando no es de una variedad, pues hay ignorantes de varias maneras. Además, lo que importa no es la cantidad de la ignorancia, sino la calidad. Al respecto, Ornelas (2007) afirma que un sujeto escolarizado puede ser un sujeto ignorante, lo cual sustenta en la distinción entre escolaridad y desarrollo cultural.
Cuando bibliotecamos (véase la entrega 54), la ventaja competitiva que generamos nos puede servir en dos sentidos: Para distinguir nuestros repositorios de otros similares que asumimos como competidores (enfoque del tener), o para posibilitar el actuar o el decidir (enfoque del ser). Desde este segundo enfoque, la consideración de la necesidad de información como ignorancia cobra una importancia máxima, pues nos podría llevar a concebir las bibliotecas y todos los repositorios en una novedosa dimensión socio-cultural, así como a mirar nuestro trabajo como bibliotecarios de un modo completamente nuevo.
Vemos que la ignorancia es un tema que cuenta con una amplia literatura, además de que es un campo abierto a la investigación -que por cierto no existe en la biblioteconomía-, pero que podría aportar muchísimo a nuestro quehacer y ser el puntal para que los bibliotecarios nos sintamos más integrados a nuestra sociedad al involucrarnos en la atención a un problema complejo: Ayudar a las personas, a los grupos, a las organizaciones y a las naciones a crecer siendo mejores y estando mejor preparados para las situaciones y los obstáculos que enfrenta su propio desarrollo. Por la importancia que tiene este problema de reconceptualización, así como por todas sus implicaciones para los bibliotecarios, es un asunto que debemos seguir considerando.
Vemos que la ignorancia es un tema que cuenta con una amplia literatura, además de que es un campo abierto a la investigación -que por cierto no existe en la biblioteconomía-, pero que podría aportar muchísimo a nuestro quehacer y ser el puntal para que los bibliotecarios nos sintamos más integrados a nuestra sociedad al involucrarnos en la atención a un problema complejo: Ayudar a las personas, a los grupos, a las organizaciones y a las naciones a crecer siendo mejores y estando mejor preparados para las situaciones y los obstáculos que enfrenta su propio desarrollo. Por la importancia que tiene este problema de reconceptualización, así como por todas sus implicaciones para los bibliotecarios, es un asunto que debemos seguir considerando.
Bibliografía
Abbott, A. (2010). Varieties of ignorance. The American sociologist, 41(2), pp. 174-189.
Asimov, I. (1980). A cult of ignorance. Newsweek, 3, p. 19.
Fromm, E. (1988). To have or to be? New York: Bantam.
Kurz, R. (2002). La ignorancia de la sociedad del conocimiento. Localizado: 21 feb. 2013. En: http://docs8.megahamster.es/742213,ES,0,0,Kurz,-Robert---La-Ignorancia-de-la-Sociedad-del-Conocimiento,-R.-Kurz.doc.
Ornelas, A. (2007). La ignorancia construida o la manifestación de la esquizofrenia social producida por el doble vínculo. En su: Comunicación, doble vínculo y educación en la sociedad contemporánea. México: UPN; Plaza y Valdés. pp. 187-212.
Popper, K. (2001). El conocimiento de la ignorancia. Polis: Revista latinoamericana, 1. Localizado: 4 mar. 2013. En: http://polis.revues.org/8267.
Smithson, M. (2008). The many faces and masks of uncertainty. En: Bammer, G. and Smithson, M. (Ed.). (2008) Uncertainty and risk: Multidisciplinary perspectives. London: Earthscan. pp. 13-25.
Smithson, M. J. (2008). Social theories of ignorance. En: Proctor, R. N. and Schiebinger, L. (Ed.). (2008). Agnotology: The making and unmaking of ignorance. Stanford, CA: Stanford University. pp. 209-229.