Hace más de una década escuchamos y leemos a los voceros de la extinción de la biblioteca, quienes reiteradamente, y sobre todo cuando sale una novedad tecnológica al mercado, vienen a recordarnos que los días de esta vetusta institución están contados.
Para justificarse, apelan al pasado para señalar los relevos de soportes y formatos de información de los que tenemos memoria: El papiro, el códex, el pergamino, el papel, la película fotográfica, las memorias de computadora y la Internet, por mencionar los más traídos a cuento. Lo que no recuerdan en estos vuelos a lo añejo, es que a pesar de esos cambios siempre hubo bibliotecas, y aunque no eran como las conocemos ahora respondían a una necesidad de coleccionismo.
Esa actividad de coleccionismo siempre ha sido costosa y por ello sólo algunos pocos pueden darse a realizarla, o bien la hacen las organizaciones de diversa catadura que destinan sus esfuerzos a la reunión de los recursos de información que desean o necesitan.
Nuestros visionarios no se contentan con sólo abarcar el pasado en sus argumentos, sino que también miran al presente y encuentran un panorama de bibliotecas que se van quedando sin usuarios debido a sus problemas organizativos y presupuestales, así como por la continua agresión de los medios de comunicación, particularmente a través de la publicidad, que exaltan y promueven una visión hedonista y de simplificación minimalista direccionada a vivir al filo de la navaja hasta para beber agua..., siempre que sea de la marca de moda.
No importa que veamos incrementarse en nuestro entorno la paradoja de la banalización y la estupidización en nombre de una red que dice estarse socializando constantemente, aunque resulta claro que eso es pura mercadotecnia e ideología. Lo que importa, aquello que es lo de hoy es dejarse seducir por la novedad tecnológica, aunque otros decidan las necesidades que debemos satisfacer con ellas y nos veamos obligados a cambiar para adaptarnos.
El asalto al futuro por los visionarios parece introducirnos a un determinismo del que no podremos escapar, como si estuviéramos presos dentro de un relato de ciencia ficción del tipo Brave new world de Huxley, donde el tiempo hubiera desaparecido y el sólo transcurrir tuviera la forma de una banda de Moebius, sin inicio y sin fin. No es aceptable negarse a este futuro que nos golpea, pues en caso de hacerlo estaremos en minusvalía y seremos esclavos de quienes sí optaron por la carrera de relevos en la que está comprometiéndose nuestra sociedad.
Pareciera hasta aquí que estamos en contra del cambio tecnológico sin sentido en el que nos encontramos inmersos, pero no es del todo así, pues esos mismos visionarios nos permiten darnos cuenta de la maleabilidad de los usuarios potenciales de la información. De este modo, podemos notar que esos usuarios potenciales, además de estar interesados/desinteresados en materia de información, y de que aplican el mínimo esfuerzo/son obsesivos a la hora de buscar información, presentan entre otras las siguientes características:
No debemos desechar a la ligera esta combinación por considerarla ilusoria, pues ha funcionado bastante bien para la publicidad que vende tecnologías. Más bien, deberíamos reflexionar sobre qué tanto nuestras bibliotecas consideran un usuario con esas características.
Por consiguiente, valdría la pena tomar en cuenta también las otras 31 combinaciones para definir las estrategias a seguir. Por ejemplo, muchos estudiantes que acuden a una biblioteca son desinteresados, aplican el mínimo esfuerzo en las búsquedas, quieren encontrar información para lograr un objetivo (hacer su tarea), quieren rapidez como sea en los resultados de las búsquedas y prefieren usar interfases tecnológicas, por considerarlas más adecuadas a sus necesidades.
Asimismo, viene bien recordar que nos referimos a usuarios potenciales, esto es, a personas que no únicamente se mueven en un mundo de información, sino que participan en otros subsistemas del gran universo social. En este sentido, no debemos dejarnos engañar por la pretensión de la publicidad que vende tecnologías para convencernos de que la socialización de la red está supliendo la vida en sociedad. Además, las 32 configuraciones no agotan las posibilidades de la naturaleza humana, ya que las mínimas variaciones de estas cinco categorías elevan casi al infinito las posibilidades.
¿Cómo debe ser una biblioteca para atender a sus usuarios? Empecemos con las 32 combinaciones de usuarios, probemos la existencia de esas configuraciones en el mundo real y pensemos los modelos de bibliotecas que se deban adecuar para atenderlos. De esta manera, el pasado y el presente de nuestras instituciones tendrán asegurado un devenir. Este interesante problema debemos continuarlo en otra ocasión.
Para justificarse, apelan al pasado para señalar los relevos de soportes y formatos de información de los que tenemos memoria: El papiro, el códex, el pergamino, el papel, la película fotográfica, las memorias de computadora y la Internet, por mencionar los más traídos a cuento. Lo que no recuerdan en estos vuelos a lo añejo, es que a pesar de esos cambios siempre hubo bibliotecas, y aunque no eran como las conocemos ahora respondían a una necesidad de coleccionismo.
Esa actividad de coleccionismo siempre ha sido costosa y por ello sólo algunos pocos pueden darse a realizarla, o bien la hacen las organizaciones de diversa catadura que destinan sus esfuerzos a la reunión de los recursos de información que desean o necesitan.
Nuestros visionarios no se contentan con sólo abarcar el pasado en sus argumentos, sino que también miran al presente y encuentran un panorama de bibliotecas que se van quedando sin usuarios debido a sus problemas organizativos y presupuestales, así como por la continua agresión de los medios de comunicación, particularmente a través de la publicidad, que exaltan y promueven una visión hedonista y de simplificación minimalista direccionada a vivir al filo de la navaja hasta para beber agua..., siempre que sea de la marca de moda.
No importa que veamos incrementarse en nuestro entorno la paradoja de la banalización y la estupidización en nombre de una red que dice estarse socializando constantemente, aunque resulta claro que eso es pura mercadotecnia e ideología. Lo que importa, aquello que es lo de hoy es dejarse seducir por la novedad tecnológica, aunque otros decidan las necesidades que debemos satisfacer con ellas y nos veamos obligados a cambiar para adaptarnos.
El asalto al futuro por los visionarios parece introducirnos a un determinismo del que no podremos escapar, como si estuviéramos presos dentro de un relato de ciencia ficción del tipo Brave new world de Huxley, donde el tiempo hubiera desaparecido y el sólo transcurrir tuviera la forma de una banda de Moebius, sin inicio y sin fin. No es aceptable negarse a este futuro que nos golpea, pues en caso de hacerlo estaremos en minusvalía y seremos esclavos de quienes sí optaron por la carrera de relevos en la que está comprometiéndose nuestra sociedad.
Pareciera hasta aquí que estamos en contra del cambio tecnológico sin sentido en el que nos encontramos inmersos, pero no es del todo así, pues esos mismos visionarios nos permiten darnos cuenta de la maleabilidad de los usuarios potenciales de la información. De este modo, podemos notar que esos usuarios potenciales, además de estar interesados/desinteresados en materia de información, y de que aplican el mínimo esfuerzo/son obsesivos a la hora de buscar información, presentan entre otras las siguientes características:
- Cuando buscan información, lo hacen por el valor de la información por si misma/para lograr otro objetivo. Al respecto, nuestros visionarios enfatizan que la información necesaria para tomar cualquier decisión/hacer cualquier acción seguramente está(rá) en el recurso tecnológico.
- Cuando buscan información, la quieren rápido como sea/aunque sea retrasada pero exacta. En este sentido, no importa lo adecuada, actual o relevante que sea la información mientras su entrega sea casi inmediata, a la vez que se da por supuesto que el usuario potencial tiene habilidades para reconocerla, evaluarla y usarla al momento.
- Cuando usan la información, no les/les importa que las interfases siempre se ajusten o no se ajusten a las necesidades. Sobre este particular, los visionarios dicen que cualquier anomalía es una etapa de un desarrollo que promete ser mejor, por lo que las inadecuaciones actuales deben ser omitidas por el usuario potencial. Además, ahora observamos como un componente de interfaz muy valorado el carácter ambulatorio de los dispositivos, pues permite la ubicuidad en las acciones.
- Interés/Desinterés en materia de información.
- Mínimo esfuerzo/Obsesión en las búsquedas.
- Buscan la información por sí misma/para lograr otro objetivo.
- Rapidez como sea/Retraso con exactitud en los resultados de las búsquedas.
- No les/les importa que las interfases que usan se ajusten o no se ajusten a sus necesidades.
No debemos desechar a la ligera esta combinación por considerarla ilusoria, pues ha funcionado bastante bien para la publicidad que vende tecnologías. Más bien, deberíamos reflexionar sobre qué tanto nuestras bibliotecas consideran un usuario con esas características.
Por consiguiente, valdría la pena tomar en cuenta también las otras 31 combinaciones para definir las estrategias a seguir. Por ejemplo, muchos estudiantes que acuden a una biblioteca son desinteresados, aplican el mínimo esfuerzo en las búsquedas, quieren encontrar información para lograr un objetivo (hacer su tarea), quieren rapidez como sea en los resultados de las búsquedas y prefieren usar interfases tecnológicas, por considerarlas más adecuadas a sus necesidades.
Asimismo, viene bien recordar que nos referimos a usuarios potenciales, esto es, a personas que no únicamente se mueven en un mundo de información, sino que participan en otros subsistemas del gran universo social. En este sentido, no debemos dejarnos engañar por la pretensión de la publicidad que vende tecnologías para convencernos de que la socialización de la red está supliendo la vida en sociedad. Además, las 32 configuraciones no agotan las posibilidades de la naturaleza humana, ya que las mínimas variaciones de estas cinco categorías elevan casi al infinito las posibilidades.
¿Cómo debe ser una biblioteca para atender a sus usuarios? Empecemos con las 32 combinaciones de usuarios, probemos la existencia de esas configuraciones en el mundo real y pensemos los modelos de bibliotecas que se deban adecuar para atenderlos. De esta manera, el pasado y el presente de nuestras instituciones tendrán asegurado un devenir. Este interesante problema debemos continuarlo en otra ocasión.
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